de Enrique Barón Crespo
Italia está festejando su 150 Aniversario de existencia como Estado unitario. Lo hace fiel a su estilo vivo, contradictorio y polémico. El Presidente Napolitano, la persona que encarna la dignidad del país, ha pronunciado con la energía juvenil de sus 86 años un histórico discurso ante la Camera dei Deputati aplaudido por tirios y troyanos. También ha explicado a sus conciudadanos el sentido del compromiso del país en relación con Libia.
Italia está festejando su 150 Aniversario de existencia como Estado unitario. Lo hace fiel a su estilo vivo, contradictorio y polémico. El Presidente Napolitano, la persona que encarna la dignidad del país, ha pronunciado con la energía juvenil de sus 86 años un histórico discurso ante la Camera dei Deputati aplaudido por tirios y troyanos. También ha explicado a sus conciudadanos el sentido del compromiso del país en relación con Libia.
Mientras tanto, el premier Berlusconi, perdido en sus delirios seniles y su pena por Gadafi, preside un Gobierno cuya continuidad depende del Vicepresidente Bossi y el Ministro del Interior Maroni, máximos exponentes de una Lega Nord que afirma que no hay nada que celebrar. Sin embargo, tanto ellos como sus Alcaldes en Bergamo, Verona y otras muchas ciudades padanas han tenido que ponerse en cabeza de la manifestación tricolor ante la reacción popular. Incluso, han tenido que cantar el bellísimo “Vai pensiero” del Nabucco de Verdi que muchos italianos piensan que debería ser el himno nacional como se hizo en la Opera de Roma ante el Presidente. En Italia es posible discutir sobre dos himnos con letra.
El contenido del discurso del Presidente tiene interés no solo para los italianos, también para los españoles. En primer lugar, porque es un cumpleaños de familia. Las historias de Italia y España están entrelazadas desde Roma como Unión política económica y monetaria. Ya Cicerón comentaba el acento de los senadores ibéricos y Julio César inició su increíble carrera política en Cádiz, haciendo a los gaditanos ciudadanos romanos como muestra de reconocimiento.
En el contexto de la Italia del Risorgimento descrito por Napolitano, su cita de Mazzini es expresiva: hace 150 años Italia estaba dividida en 8 Estados despóticos y un cuarto del Bel Paese estaba bajo dominio austríaco. En ese mismo momento, la piamontesa Casa de Saboya, mientras construía la unidad italiana, nos exportó un Rey, Amadeo de Saboya , tras el fracaso de la 1ª República y la guerra francoprusiana de 1870, desencadenada precisamente por la sucesión al trono de España. De ella surgió también el Reich alemán, la otra nación joven. Amadeo abdicó un año después con la histórica frase « io non capisco niente. Siamo una gabbia di pazzi — No entiendo nada, esto es una jaula de locos».
La lucha por la hegemonía a escala europea formaba parte de la agenda política tanto de Victor Manuel y Cavour como de Bismarck, Napoleón IIIº y Prim. La Europa unida de hoy muestra como por una vez se puede decir que hemos aprendido las lecciones de la historia y hemos sido capaces de enmendar un ciego crescendo de nacionalismos agresivos que llevaron a la cuasi destrucción del continente.
La afirmación fundamental del discurso del Presidente fue la consideración de la unidad como empresa histórica extraordinaria, por la que se debe sentir orgullo, confianza ante la entrada en la modernidad de Italia y a la vez un examen de conciencia colectivo de los problemas todavía pendientes.
El principal es la transformación del Estado unitario en descentralizado, en especial, la articulación entre Norte y Mezzogiorno. En esta cuestión clave, decisiva para el futuro de Italia como Estado, el Presidente parte de la defensa de la base autonomista, encarnada en una arraigada democracia municipal y consagrada como principio en el artículo 5º de la vigente Constitución de 1947, no desarrollada aún plenamente en el marco regional y fiscal. Su apuesta es decidida a favor de su reforzamiento y no su contrario como el fin a perseguir.
En el discurso, Napolitano trató de muchos más temas, como el carácter laico del Estado, o el papel de Italia en la construcción europea y en el mundo. Sin embargo, resulta significativo el acento que puso en la consolidación de Italia como un Estado descentralizado asentado sobre las autonomías, empezando por las locales y consolidando las regionales como método federativo desde un Estado unitario.
De hecho, el único hilo que sostiene al actual Gobierno es la esperanza de aprobar el Decreto Ley llamado del federalismo que consiste esencialmente en la financiación autonómica. En Italia, el porcentaje actual de impuestos transferido está próximo al 0, en España tras la última ronda autonómica se ha transferido el 50 % del IRPF amen de otros impuestos.
Esta reflexión sobre un debate político fundamental como es la transformación de un Estado centralizado en autonómico nos resulta familiar. Seguramente, un intercambio de experiencias-éxitos y fracasos - podría ser nuestra mejor contribución en el marco de las celebraciones de este Aniversario con este gran país hermano y socio en la Unión Europea.
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